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La forma en los EE.UU. maneja la inmigración es mejor que en la mayoría del resto del mundo. Sin embargo, los EE.UU. podrían aprender una cosa o dos de Canadá. El país ha recibido recientemente dos señales contradictorias acerca de la importancia de la reforma migratoria. El presidente Obama estaba cerca de la frontera con México en El Paso el 10 de mayo y llamó a (de nuevo) para la reforma migratoria. A la semana siguiente, dio a conocer un sondeo de Gallup muestra que un escaso 4% de los estadounidenses consideran la inmigración a ser un problema más importante de la nación. Ello representa una baja del 11% de hace cuatro años. ¿Qué ha pasado con nuestra angustia nacional de inmigración? Es evidente que la crisis económica que comenzó a finales de 2007 nos ha dado otras cosas de qué preocuparse. La recesión larga y lenta recuperación han tenido efectos más directos sobre nuestra percepción de los problemas de la inmigración también. La recesión que afectó a inmigrantes con mayor severidad que los nativos. Esto llevó a algunos inmigrantes a abandonar el país, y, sin duda, causó algunos aspirantes a migrantes que ahora viven en otros países para quedarse. La mayoría de los inmigrantes tienden a dejar fuera, por grande y llegadas, los últimos a los Estados Unidos, y los inmigrantes recientes son siempre los menos asimilados, medida por la situación económica, los factores culturales como la fluidez en Inglés, o la participación cívica. Cuando algunos de estos recién llegados partir, y otros aspirantes a los recién llegados deciden quedarse en casa, las diferencias promedio entre los inmigrantes y los nativos estrecho. A medida que estas diferencias se desvanecen en la memoria, nuestra preocupación colectiva con la política de inmigración disminuye naturalmente.
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